Los Audios de la corrupción
Todos y todas somos concientes que la organización es clave. La organización se aplica en la empresa privada y en todas las instituciones que desean tener éxito. Por ello, los grupos delincuenciales también se organizan.
Los delincuentes actúan en grupo. Una de sus viejas tácticas consiste en dejar a un miembro de la organización en las inmediaciones del lugar del robo para que actúe como falso testigo.
Este cómplice del robo es capaz de gritar que el ladrón fugó por la esquina de la derecha y que viste polo azul cuando en realidad corrió por la izquierda y viste de rojo. Allá va, allá va el ladrón, grita con desparpajo.
Este falso testigo es cínico y descarado. Por ello, aprovecha la presencia de los periodistas para declarar que está indignado por el accionar delincuencial. Incluso pide el mayor de los castigos para ladrones.
Al final, el delincuente que funge de testigo pero que en realidad es un elemento de distorsión se sale con la suyas. Logra desviar la atención, sus cómplices fugan, el robo se consuma sin que se capture a los responsables y, encima, queda con la imagen de moralizador.
Algo muy parecido ocurre en estos momentos con los llamados audios de la corrupción. Muchos se muestran indignados en las altas esferas del gobierno pero no hacen nada efectivo para capturar al prófugo ex ministro aprista responsable del presunto negociado de lotes petroleros.
Es más, muchos desean desviar la atención mostrando su supuesta indignación porque el delito se descubrió gracias al ilegal chuponeo telefónico. Estos “indignados” personajes quieren que las miradas se dirijan a otro lado y dejen de apuntar a los militantes apristas que realizan actividades al margen de la ley.
Los audios de la corrupción motivaron que algunas autoridades se muestren indignadas y pronuncien frases peyorativas que no corresponden al lenguaje de un gobernante. Lo curioso es que estas mismas autoridades no dicen ni pío frente a la corrupción que, a diario, se vive en sus narices.
En el caso de Piura es curioso constatar que el indignado mandatario no diga nada respecto a los cerca de tres millones de soles que su compañero de partido y presidente regional malgastó en las inservibles obras de las lagunas de oxidación de El Cucho. Tampoco dice nada respecto a los millones desperdiciados en la mal llamada carretera Sajinos Paimas.
El indignado mandatario que hoy pide sanción para sus compañeros tampoco se manifiesta frente a las denuncias de presuntas irregularidades en la venta subvaluada de casi 30 mil hectáreas de terrenos para proyectos de Etanol.
Otros hechos de corrupción que tampoco motivan indignación son la venta de plazas en las Ugeles y la sobrepoblación de las entidades públicas por personas cuyo único mérito, si se le puede considerar así, es contar con un carné partidario en el que la estrella ocupa el lugar preferencial.
Este doble discurso es muy peligroso porque evidencia que algunas autoridades quieren quedar como moralizadoras pero en realidad dejan pasar muchas cosas gravísimas para la moral del país.
Ojalá que los ciudadanos de a pie no caigan en este juego de discursos y de elementos distorsionadores que sólo buscan desviar la atención para que no descubramos las verdaderas dimensiones de la corrupción que, todo indica, podría ser peor a la que ya vivimos entre 1985 y 1990.